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07 noviembre 2009

Pensando en el mañana

La inmoralidad de los repartidores de productos en negocios y supermercados alcanzo hoy a la de los ladrones y rateros. En una gran mayoría los camioneros y ayudantes protegidos por Moyano tratarían de quedarse sin ningún empacho con una parte del pedido, bajando el reparto a la mayor velocidad posible para evitar el control y así quedarse con una parte.
Aunque esto no es nuevo no debe ser tolerado simplemente porque los sueldos que ganan son los más elevados de nuestro país.
Desde el ‘45 en adelante el sindicalismo sólo ha servido para quebrantar la moral del asalariado buscando el enfrentamiento con la patronal, con quien solían arreglar a espaldas de sus representantes vendiéndolos por una moneda de cobre mensual.
A la dirigencia política poco le interesa elevar la moral del pueblo que representan; en lo único que pone un empeño cierto es en pujar por su continuidad en el poder. En todos los estamentos los retornos y enriquecimiento de los jefes crean corrupción y desmoralizan no sólo a sus compañeros sino a toda la ciudadanía, cuya calidad de vida a causa de la deshonestidad ha descendido a niveles jamás pensados.
Este problema, que no sólo es de la sociedad argentina, reviste una gravedad de las más altas. Si queremos comenzar a vivir en una sociedad digna, debemos poner los puntos sobre las íes y exigir un cambio sustancial que parta desde el hogar y la escuela, proyectándose a los centros de poder e involucrando hasta a la presidente de la República.

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