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05 mayo 2009

Hoy cumplo setenta años

Editorial de Carlos Besanson, publicado en el Nº1148 del Diario del Viajero.

No resulta fácil sintetizar en pocas palabras toda una vida y un estilo de pensar y hacer. Al llegar a esta edad me siento en total plenitud, con objetivos claros y sin desorientación alguna; creo que esto último es mi pequeño triunfo. El gran amor solidario de mi esposa permitió, que múltiples heridas recibidas cicatrizaran y quedaran como íntimos trofeos de guerra. Un camino largo se hace breve cuando la compañía es buena. Me siento feliz al saber que ya nada me sorprende demasiado, inhibiendo mi capacidad de reacción, o que nada me asusta. Eso me da seguridad en mi capacidad de movimiento frente a la adversidad, sin que implique éxitos permanentes. Observándome considero que soy frío en la definición de estrategias y caliente en la acción. Tengo demasiado presente la época de mi adolescencia y juventud, cuando me desconcertaban y desilusionaban, las contradicciones entre los dichos y los hechos de las personas grandes. Cuanto mayor era el nivel de representación, o la aparente jerarquía que investían ciertos adultos, más amplia era la distancia que percibía entre el discurso y la acción. Tuve que aprender a descreer de aquellos que pedían, a través de un voto, un cheque en blanco, o a través de una espada, el crecimiento de una Nación. Vi muertos y heridos en las calles, injustamente agredidos por quienes alegaban políticas de salvación. Observé dignas banderas, enarboladas por piratas y corsarios. En nombre de la igualdad de todos, oí la detonación de bombas y balas que pretendían la unidad de pensamiento y la unión en las dictaduras, de cualquier signo, y con excusas disímiles, pero con un resultado igualitario. Vi gente salir a la calle gritando Argentina, Argentina, para volver a la noche a sus casas, afónicos y cansados, a dormir un sueño que terminaba en pesadilla. Es que tenían que aprender a actuar como ciudadanos y no como hinchas enfervorizados. Años y años observando todas las variantes de un mismo show, en donde cambiaban constantemente rutinas y personajes, sin modificar el escenario real. Conocí la muerte de cerca en repetidas oportunidades... y le perdí el miedo.
Mucho más trabajo me dio aprender a amar la vida, condición ésta, clave para poder mantener un inteligente equilibrio emocional. Para aquellos que pensaban que yo era un lírico que no pisaba la tierra, tuve que trabajar mucho para demostrarles que sabía caminar en ella. A quienes decían que sólo quería y sabía ganar dinero, les demostré que el mismo era una mera herramienta para mí. Los abogados, si quieren, pueden llegar a conocer la verdad en una causa; generalmente las partes ocultan o disfrazan en su apasionamiento la realidad de las situaciones. Sintiéndome un abogado imbatible, me alejé momentáneamente de la profesión, que amo, porque al ganar cada pleito no siempre lograba hacer justicia plena. Estudié economía y llegué a ser consultor de empresas. Fue ahí que confirmé lo que sospechaba: el país tenía pocos empresarios conscientes y capaces. La mayoría eran grandes especuladores que iban detrás del negocio-negociado, o de un circunstancial oportunismo oligopólico. Sin embargo, pese a todo lo expresado, creí y creo en el país, y en su gente, y pese al haber tenido repetidas oportunidades de radicarme en otros lares, siempre me quedé para estudiar y trabajar intensamente. El que no tenga fe en ciertos dirigentes no significa que no aprecie al ser humano que habita nuestra tierra. La mejor prueba de ello la tengo en la cantidad de lectores que siguen semana a semana este Diario del Viajero. A mi gente y a mí nos va bien, porque es un brillante negocio ser honesto, en una época donde hay poca competencia en el ejercicio de esa virtud. Gracias amigo lector por acompañarnos en este día, pero también le digo que no fue todo difícil en mi paso por la vida y, recordando al poeta confieso que tuve días buenos y noches santamente serenas, pues amo y soy amado.
Carlos Besanson
Han pasado diez años desde que publiqué esta nota (DVn°626). He cumplido 80 años y sigo trabajando full time transmitiendo a nuestros lectores la experiencia acumulada. Sigamos juntos todos. C.B.

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