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05 abril 2009

Por qué no se callan. El Funeral.

Con excepción de las palabras de José Sarney, las demás pronunciadas en la despedida a Raúl Alfonsín fueron palabrerío, y ninguno de los exponentes supo reflejar el sentimiento de la multitud que fue a homenajear al presidente más demócrata de los últimos decenios.
Algunos deberían haberse hecho escribir el discurso para no avergonzar a sus pares; otros tendrían que haber desayunado para, por lo menos, no comerse las “eses”.
Yo me pregunto y les pregunto a quienes pretenden llegar nuevamente al poder con la foto de Raúl Alfonsín, ¿para qué? ¿Para avergonzar a quienes todavía creemos en la democracia o para poder usufructuar el poder, abandonar a su mujer o avergonzar a sus hijos paseándose del brazo con una lora, como hemos visto a tantos?
Muchos mejor hubieran callado, y otros ni siquiera debieran balbucear, sobre todo aquellos que pretendieron mostrarse o robar cámara, y sólo desayunaron con las “eses”, los puntos y las comas. Demostraron que no sólo son malos políticos, sino que lo que natura no da la política a veces regala, por defectos que nuestro sistema político todavía no pudo corregir.
Raúl Alfonsín nos deja a todos los latinoamericanos un legado. Es nuestra tarea hacerlo realidad, apoyando con toda nuestras fuerzas la unidad latinoamericana que él impulsó y muchos patriotas del continente soñaron. Todos juntos gritemos a los ladinos: ¡¿Por qué no se callan?

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