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10 noviembre 2012

Carta abierta a Cristina Fernández


Estimada Señora Presidente de los argentinos:

La presente no tiene ni guarda ninguna repulsión hacia su persona ni a la de su difunto esposo; su fin es manifestarle a usted y a su entorno que, a pesar de haber sido votada por un gran numero de ciudadanos argentinos, debería cuanto menos no despreciar ni marginar al resto por el simple hecho de ser usted la presidente de todos.

Particularmente creo que conoce muy bien a los discípulos de López Rega que tiene en su entorno y equivocadamente les permite emitir opiniones ofensivas hacia ciudadanos, grupos de personas o instituciones, logrando un mayor rechazo hacia usted, hacia su monárquica forma de gobernar y hacia los militantes de “La Cámpora”. De estos últimos particularmente quisiera saber si saben por lo menos barrer una calle, pues en todos los municipios donde ocupan cargos (con muy buenos sueldos, como es el caso del Municipio de San Martín) las calles son muy mal barridas y a la mayoría lo único que les interesa es lo que pueden escribir por medio de la web y no tienen conciencia de las epidemias que sufrió el país en lo que se relaciona con la salud y lo económico.

Sepa usted que quienes, como yo, trabajan doce horas mínimas todos los días de su vida, no pueden vivir con una mínima dignidad no sólo por falta del vil metal -que a usted y a los de su entorno les sobra-, sino por ser una falsedad la aplicación de la palabra sensación a los graves problemas de inseguridad. Porque sufrimos las consecuencias de nulas políticas de estado en todo lo relacionado con la salud, la inflación, el cuidado de nuestro suelo y la inmigración masiva de ciudadanos de dudosa moral, que vienen a afincarse manejar sus negocios de la droga, o a afincarse en deleznables villas. Nada de esto es mostrado por sus canales y periodistas acólitos, ni por tampoco, valga aclarar, por aquellos a los que usted entiende como enemigos.

Estimada señora. Con todo respeto le pido a usted y a los militantes de “La Cámpora”, convertidos hoy en enemigos de la ciudadanía laboriosa, que reflexionen: el poder es efímero y termina en el momento menos pensado.

No creo que usted se moleste en responderme. Tal vez lo haga alguno de sus subalternos, pero tratare de escribirle por este medio nuevamente.

Reciba usted un respetuoso y sincero saludo.
José Jorge Abdala.

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