Hubo un tiempo en que los demagogos arrastraban a las masas a las que Freud reflejó en su ‘Psicología de las masas’.
Pero ahora los demagogos no encuentran lugar y son remplazados por los verborrágicos que pretenden emularlos.
Pero hete aquí que la verborrea sólo sirve en unas pocas ocasiones, y en otras se convierte en simple cháchara de los que pretenden imponer sus razones sin detenerse a pensar si ellas son coherentes con el espíritu de aquellos a quienes va dirigida.
A pesar de esto, tal charlatanería conmueve a un sector de nuestra sociedad, convirtiéndola en un capital humano cautivo al que mueve a su antojo, apuntalando la verborrea con algunas dádivas.
Ya se dijo: “Los pueblos tienen el gobierno que ese merecen”.
¿Será este nuestro caso?
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