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24 julio 2008

Editorial: ‘Fieras y Bocones’

Los que apostamos a que las cosas iban a cambiar con el voto de Cobos no nos equivocamos.

Nosotros dijimos (inclusive lo hemos escrito) que el voto de Julio Cobos había logrado pacificar a las fieras y callar a los bocones. No a los bocones esos que se compran con plata, no. A los bocones que todos ustedes conocen y que en la argentina hay, eh... ¿Y boconas? También hay, eh... Las boconas no se callaron, siguen hablando las boconas. Algún día se van a callar. Pero los bocones están todos calladitos, por suerte no hablan más.
Mejor que no hablen. Hay algunos todavía, que no son del gobierno, que están boconeando. Hay algunos del otro lado que están boconeando, pero se van a callar. Se van a callar cuando noten que, en definitiva, el cuento que nos contaron no es más que un cuanto.
Pero el tema es que la derogación del famoso número, ese que todavía no salió en la quiniela, era para beneficiar a los pequeños productores, y resulta que los pequeños productores, nada que ver. Están peor hoy que antes del conflicto con el campo.
Y el gobierno está resultando beneficiado. Está resultando beneficiado porque el voto de Julio Cobos no sólo le paró a las fieras, sino que pacificó a la mayoría de la gente: la gente está comprando de nuevo, está tranquila, está reservando hoteles y pasajes para las vacaciones que se avecinan. O sea que están todos medianamente tranquilos, ¿gracias a quién? A alguien que votó en contra.
Es la primera vez en la Argentina que un Vicepresidente vota en contra de un Presidente y de todo el Ejecutivo. Y es la primera vez que le hace un favor. La mayoría de los Presidentes tuvieron que sacarse de encima a los Vice porque les daban dolor de cabeza. Pruebas: tenemos a montones.
En esta oportunidad, el Vice le dio al gobierno la mano más extraordinaria que le podía haber dado: le cayó a los bocones y terminó parando un conflicto que, a mi criterio, hubiera llegado a desestabilizarlo totalmente.

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