La temeraria actitud de quienes pretenden que la naturaleza mute en su beneficio y la irresponsabilidad de una dirigencia y una sociedad que permite asentamientos en tierras de baja cota y causes de ríos y arroyos -con el único fin de tener votantes cautivos-, es una clara muestra de la crueldad mental de una militancia descerebrada que sólo piensa en beneficiarse de los lugares y cargos públicos a los que accede con el voto de un sinnúmero de pobres y marginales a los cuales el sistema, la sociedad y el estado no sabe, no quiere, no estudia ni puede darles lo necesario para acceder a una forma de vida acorde con los avances de la civilización mundial, que no sabe cómo convivir con sus semejantes en razón de estar el hombre, como bien lo dejó escrito Hermann Hesse en su libro “El Lobo Estepario”, más cerca del mono que de Dios.
Hoy, que el supremo le permitió a los habitantes de la República Argentina el honor de tener uno de sus hijos presidiendo la grey católica en la figura del Papa Francisco, deben sentarse a reflexionar para lograr estar a la altura del Sumo Pontífice y si fuera posible superarlo, contribuyendo con el esfuerzo y sudor personal para mejorar y tratar de encontrar formas de vida y convivencia acordes a los diez mandamientos.
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