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12 agosto 2008

Las dos Argentinas

Aguardaba a ser atendido haciendo fila en una de las tantas verdulerías de Buenos Aires.

“A ver si nos entendemos...” decía detrás de mí un hombre a otro, “¿de qué Argentina estamos hablando?”
“¿’Dos Argentina’?” pensé. “¿Qué querrá decir? ¿Será la de River y la de Boca? ¿O la de River/Boca y los demás? ¿Quiénes serán mejores, los de River, los de Boca o los otros?”
¿Cómo saber quiénes son mejores? ¿Quiénes son los que integran el grupo de las buenas familias? ¿O son -somos- todos iguales?
La reflexión me llevó a la actualidad, a la Provincia de Corrientes, a la reacción de la Pando ante la tardía condena de los cuatro represores, y a la respuesta de Eduardo Luis Duhalde, uno de los amenazados por ella.
Así entendí que en la Argentina hay tres sectores en pugna que no conviven, no se integran ni les interesa el otro; tal vez porque no puede, no quiere o no sabe. Uno es el de los que todavía defienden a los represores. Otro, el de los que justifica a la guerrilla. Y están los otros.
Los represores y sus adeptos nunca se interesaron por el otro, y siguen el ejemplo de aquel militar que, teniendo un hijo discapacitado, lo escondía en el fondo de su casa para que nadie lo viera, para que no lo avergonzara. Los domingos concurría a misa, a pedir perdón por lo imperdonable.
Por el lado del sector afín a los guerrilleros la noción de ‘el otro’ los obnubiló. Al igual que ese joven que trata de redimir a la prostituta, se creyeron sabios y dueños de la verdad sin considerar ni respetar a lo que no estaban de su lado.
En el tercer sector estarían lo considerados ciudadanos comunes. Los del ‘No te metás’. Los del ‘Por algo será’. Se completaría así la trilogía argentina, una trilogía que nunca llegó a amalgamarse porque no podemos, no queremos, o no sabemos.
Quienes forman parte del último grupo (que sin lugar a dudas es el más numeroso) son los que tendrán que recapacitar y pensar que si no enseñan a sus hijos a buscar una Argentina mejor, una Argentina aunada, los otros, algún día, golpearán su puerta.

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