En su oportunidad afirmamos que el 28 de junio deberíamos acudir a las llamadas y compartir el carnaval de cualquier manera.
Quienes hoy están decepcionados tienen la responsabilidad de no haber observado que las mascaritas eran las mismas que las del otro carnaval, y las murgas y danzarines no se correspondían con la magnitud y la importancia del evento.
El hecho de que los jueces y representantes de las murgas estén de acuerdo con liberalizar el consumo de todo tipo de artículos ofrecidos en el gran corso, también es responsabilidad de todos por no haber hecho los esfuerzos suficientes para impedir que fueran representados por quienes no actúan con la ecuanimidad que en estos momentos deberían tener; quienes conforman, en definitiva, un gran corso.
No debemos olvidar en el próximo carnaval tocar el bombo, participar o hacer papel picado, pero con absoluta responsabilidad.
Que el rey momo se apiade de nosotros.
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